miércoles, 26 de junio de 2019

Aniquilación.

Aniquilación, por Carlos Chacón Ramiro. 


¿Es posible horrorizarse ante la aparición de la madre muerta?

Aquella tarde, fusionada con el gentío en plena Gran Vía madrileña, ella avanzaba de espaldas, entre la gente. Estatura infantil, con un extraño camisón blanco.
De improviso, giró bruscamente y observé su rostro infecto, inyectado con una maldad sobrenatural. 
Me miraba fijamente, se reía. Caí al suelo de la impresión, como un fardo.

En la clínica me informaron de un súbito desvanecimiento atribuido a una bajada de tensión.
Han pasado tres meses. Yo siempre amé a mi madre. Era el paradigma de la bondad.
Es una tarde espléndida, calurosa y radiante de luz. En el jardín de mi casa campestre aparece bruscamente tras el tronco de un árbol. Su cara es odiosa, su mirada inexplicable, más allá del mal. No sonríe... Soy incapaz de expresar lo horrible de la imagen. Sus ojos me transmiten una sensación de perdición, desesperanza, aniquilamiento total.

Me informan que voy a morir y su perversidad estará eternamente, sí, eternamente destruyéndome sin final. Para siempre, sin escape… Logro relatar todo esto en la grabadora de mi iPod. Se me nubla la vista. No puedo narrar el horror que contemplo… 


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