Aquel tipo tan extraño me dijo que la muñeca espiritual hablaría a medianoche, y pronunciaría el nombre del asesino de mi padre.
Esperé un par de horas en aquella lóbrega mansión, en la que las sombras parecían estar observándome, hasta que el reloj de pared dio doce campanadas que hicieron estremecer al propio silencio.
Apenas pude respirar cuando terminó la duodécima. Comenzó un siniestro ruido de engranajes y el único ojo de la muñeca se movió hacia mí. Su boca se abrió para expulsar bramido antinatural y profundo. Entonces escuché con horror que la muñeca pronunciaba mi nombre.
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