jueves, 8 de agosto de 2019

La frontera del crepúsculo.

La frontera del crepúsculo, por Sergio Mars. 


El Centro Comercial había quedado en penumbra, en el límite mismo entre universos. Tanto al este como al oeste seguían alternándose el día y la noche, pero por sus ventanas sólo se filtraba al interior la luz sucia que nacía de su mezcla: un eterno crepúsculo, una promesa de amanecer que nunca terminaba de fructificar. Por puro azar, su planta se alineaba de forma tal que la Grieta lo partía por la mitad. No había ninguna hendidura visible, claro está, pero resultaba patente por la disparidad de los establecimientos que podían encontrarse a cada lado.

El Centro Comercial estaba siempre abarrotado. Las tiendas trabajaban de forma ininterrumpida, mezclándose los trabajadores del turno día con los de noche, pero cada uno en su parte; las tímidas pruebas efectuadas para contratar empleados del universo opuesto habían acabado en locura.

Los respectivos consejos de dirección se habían puesto de acuerdo para cobrar y limitar la entrada. En un momento dado sólo se admitían veinte mil clientes, que se agolpaban asombrados ante los escaparates, adquiriendo algún producto cuya utilidad desconocían o, si eran osados de verdad, escabulléndose en las salas de cine para echar un fascinado y asqueado vistazo a lo que aguardaba agazapado más allá de la penumbra. Sin embargo, en ocasiones, el visitante sentía despertar algo distinto en su interior, como un recuerdo recién formado, un anhelo antinatural. Entonces salía del Centro Comercial por la puerta opuesta a aquella por la que había accedido y desaparecía para siempre del mundo que lo había visto nacer.

Quizá la Grieta sirva para eso, para corregir algún trágico error cósmico y devolver a casa a los hijos pródigos. ¿Quién podría asegurarlo? Lo único cierto es que está allí, en la Penumbra, y cumple una función, que tal vez sea revelada cuando, por fin, despunte el día.


miércoles, 7 de agosto de 2019

Padre Nuestro que estás en el cielo.

Padre Nuestro que estás en el cielo, por José Leandro Urbina. 


Mientras el sargento interrogaba a su madre y su hermana, el capitán se llevó al niño, de una mano, a la otra pieza…

–¿Dónde está tu padre? – preguntó

–Está en el cielo –susurró él.

–¿Cómo? ¿Ha muerto? –preguntó asombrado el capitán.

–No –dijo el niño–. Todas las noches baja del cielo a comer con nosotros.

El capitán alzó la vista y descubrió la puertecilla que daba al entretecho.


martes, 6 de agosto de 2019

El pozo.

El pozo, por Luis Mateo Díez. 


Mi hermano Alberto cayó al pozo cuando tenía cinco años. Fue una de esas tragedias familiares que sólo alivian el tiempo y la circunstancia de la familia numerosa. Veinte años después mi hermano Eloy sacaba agua un día de aquel pozo al que nadie jamás había vuelto a asomarse. En el caldero descubrió una pequeña botella con un papel en el interior. «Este es un mundo como otro cualquiera», decía el mensaje.




lunes, 5 de agosto de 2019

Risas en la granja del colegio.

Autor desconocido. 


Cuando estaba en tercero de secundaria, el profesor de educación física nos pidió quedarnos hasta más tarde ayudándolo, claro, nos daría unos puntos extras a la nota final, a lo cual un grupo de amigos y yo aceptamos. Siendo las 8 de la noche, el profesor escuchó un fuerte ruido en la granja, de inmediato dijo: Ya están empezando a espantar. En un inicio no le creímos al profesor, porque nadie de los presentes había escuchado algo fuera de lo normal, todos pensamos que el profesor se quería ir solo y dejarnos a nosotros a terminar el resto del trabajo, sólo nos quedó seguirle la corriente y decir que también nos retiramos.

Pasaron unas semanas, y tuvimos un nuevo curso, un profesor nos enseñaba acerca de la crianza de animales, nos dijo que trajéramos 2 conejos por grupo de 6 de personas. A los conejos les teníamos que alimentar, llegar temprano a clase y darles verduras, hacer la limpieza y todo lo que compete a la crianza de los animales. Después de unos días, el profesor de educación física, de nuevo nos dijo que necesitaba ayuda para arreglar el salón de clase y a los que les ayuden les aumentará unos puntos extras al examen final. Ese mismo día, a mi grupo le tocaba dar su comida al conejo en la hora de salida, unos amigos de mi grupo se fueron a la granja, mientras que yo me ganaba los puntos extras del profesor.

Pasando unas horas, terminando de ordenar el salón, me fui a los vestidores a lavarme. Desde el servicio veo las sombras de mis amigos, sorprendido que aún sigan a estas horas alimentando a los animales, estaba en camino a la granja, hasta que mi profesor me detiene y enojado me pregunta: ¿A donde crees que estás yendo?, ya es hora de irnos. Le respondí al profesor que mis amigos del grupo aún seguían en la granja, porque había visto sus sombras y quería ayudarlos para irnos juntos. El profesor me contestó: No me preguntes nada, sólo no vayas a la granja, ya es hora que todos salgamos del colegio, sino me haces caso te bajaré varios puntos. No me quedó de otra que obedecer al profesor y retirarme. Al día siguiente, le pedí a mi grupo que me perdonaran por no ayudarlos, y les conté que el profesor me bajaría varios puntos si iba con ellos. Mi grupo me respondió de forma tranquila que no pasa nada, además, habían terminado rápido.

Después de varias semanas, se repitió lo mismo, nos quedamos hasta tarde ayudando al profesor de educación física, hasta que terminamos más tarde de lo acostumbrado. En ese momento cuando fui al vestidor, escuche las risas de mis amigos. Esto me pareció raro, porque ya era muy tarde para que estuvieran alimentando a los conejos. En ese instante no sé qué me pasó, pero me entró un frió por todo el cuerpo cuando estaba yendo a la granja. Estando a mitad de camino, mi profesor viene corriendo hacia mí, atrás de él venía los que se quedaron ayudar en la limpieza del salón. Cuando mi profesor me dio alcance, enojado me preguntó porque estaba yendo a la granja a esas horas, que era muy peligroso ir solo.

Allí le dije al profesor, que estaba yendo a ayudar a mis amigos en la crianza de los conejos, y que hacía unos instante escuché sus risas. El profesor enojado me dijo: ¿Cuáles amigos, cuáles risas?, no se escucha nada, todo está en silencio, acaso no ves que el salón de la granja está apagado. Cómo crees que tus amigos van a cuidar a los animales con las luces apagadas. Juró que cuando escuché las risas de mis amigos, vi que las luces estaba prendidas, y por eso me dirigía a apoyarlos. De nuevo le expliqué al profesor, que escuché las risas de mis amigos, capaz ya habían terminado por eso apagaron las luces y no tardarían en salir de la granja. Nos quedamos por más de 10 minutos esperando que mis amigos salieran, pero nada, el lugar estaba en silencio. Un escalofrió me recorrió el cuerpo, ¿de quién fueron las risas que escuché?

No pasaron más de unos minutos, el profesor dijo que debíamos retirarnos y que todo fue producto de mi imaginación; pero yo estoy seguro que escuché las risas de mis amigos y a la vez vi que la luz del salón estaba prendida. Para no asustarme más, respondí que sí, todo habrá sido producto de mi imaginación.

Al día siguiente le pregunté al profesor, ¿qué fue lo que escuché?, le juro que escuché las risas de mis amigos y las luces del salón estaban prendidas. Entonces, el profesor me responde: ¿Sabes por qué cuando me tengo que quedar hasta tarde a ordenar el salón, pido que se queden algunos alumnos? Es porque me espantan. Ya me ha pasado varias veces, cuando salía solo del salón en altas horas de la noche, siempre escuchaba risas en la granja. En un inicio pensé que algún grupo de alumnos se quedaba hasta tarde para alimentar a los animales. Cuando me dirigía a decirles que ya era hora de irse, no veía a nadie, todo el lugar estaba en silencio. Pensando que los alumnos se habían escondidos, busqué por todo el lugar varias veces y no encontraba nada, en un inicio quise pensar que todo fue producto de mi imaginación, pero no. Cuando salía de la granja, de nuevo empezaba a escuchar las risas. Al salir del colegio, el vigilante me preguntaba, ¿te han asustado, cierto? El vigilante me contaba que no debía entrar solo a la granja en altas horas de la noche, porque allí espantan, es por eso que él no hace ronda cerca de la granja.

Con lo que me dijo el profesor, ahora veo porque regala puntos extras para que se queden a supuestamente a ayudar a ordenar el salón, es más bien a acompañarlos para que no lo espanten y porque regala puntos cuando nadie quiere quedarse.


domingo, 4 de agosto de 2019

Enfermiza necesidad.

Dejó de masticar. No era caníbal por necesidad, lo era por placer, pensó.
Hecha esta reflexión, siguió comiéndose a su hijo.


sábado, 3 de agosto de 2019

Tú también flotarás.

Al principio, Francisco pensó que aquellas sombras que veía a través de la ventana, flotando en la niebla, eran fruto de la medicación que estaba tomando.

Se le encogió el alma cuando su mujer, al asomarse a ver qué miraba por la ventana, soltó un grito de puro terror.



viernes, 2 de agosto de 2019

La puerta del cementerio.

Aquella noche, al pasar otra vez frente al puente que deba acceso al cementerio, vio aquella silueta, que siempre había permanecido inmóvil, pero esta vez, la miró, y sus ojos eran rojos como ascuas.

jueves, 1 de agosto de 2019

El negativo de Pickman.

En los mentideros de Boston siempre habían corrido rumores algo tétricos sobre la inspiración del desaparecido Richard Upton Pickman. Cómo un murmullo impreciso, como chirridos y zumbidos de insectos en una noche de verano, las historias solían abundar en distintas variaciones de un mismo tema: el autor había utilizado modelos reales para algunos de sus grotescos cuadros.

Personalmente, había uno que me había obsesionado en especial: Gul alimentándose.
Por eso, el día que me hice con algunos objetos personales en una subasta, no podía contener las ansias y la emoción al llegar a casa.

En un manido sobre encontré su secreto. No había ni rastro de las fotos de sus modelos, pero sí había quedado, oculto en un doble fondo, un inquietante negativo.

Desde entonces no he vuelto a pegar ojo.


miércoles, 31 de julio de 2019

La muñeca espectral.

Aquel tipo tan extraño me dijo que la muñeca espiritual hablaría a medianoche, y pronunciaría el nombre del asesino de mi padre.

Esperé un par de horas en aquella lóbrega mansión, en la que las sombras parecían estar observándome, hasta que el reloj de pared dio doce campanadas que hicieron estremecer al propio silencio.

Apenas pude respirar cuando terminó la duodécima. Comenzó un siniestro ruido de engranajes y el único ojo de la muñeca se movió hacia mí. Su boca se abrió para expulsar bramido antinatural y profundo. Entonces escuché con horror que la muñeca pronunciaba mi nombre.


martes, 30 de julio de 2019

Comprensión repentina.

Entonces entendí.
Dejé de gritar.
No habían entrado a robar.
Ellos no.
Sólo eran enfermeros.
Estaban reanimando mi cadáver.


Ven a jugar.

Cerró el libro de sortilegios. Por fin veía a la dueña de aquella voz que llevaba días susurrándole en la noche: Ven a jugar…


Un monstruo en tu cama.

No fue hasta momentos antes de morir cuando se dio cuenta de que lo que tenía su abuela no era la gripe, cuando el cadáver no estaba, cuando algo las acariciaba la espalda.


lunes, 29 de julio de 2019

La chica de la curva.

Existen diferentes versiones, pero todas ellas tienen un denominador común: una joven vestida con un vestido blanco.

Cuenta la leyenda que un padre de familia volvía del trabajo a casa por la carretera de las Costas del Garraf. Era una noche lluviosa, el frío empañaba el parabrisas y el cansancio empujaba sus párpados hacia abajo. A medida que avanzaba por la carretera, las gotas golpeaban con más violencia los cristales de su coche, que perdía estabilidad en el serpenteante trazado del asfalto.

El hombre agudizó los sentidos y redujo la marcha. En ese mismo instante, los faros del vehículo iluminaron la figura de una chica que, empapada por la lluvia, esperaba inmóvil a que algún conductor se apiadara de ella y la llevara a su destino. Sin dudarlo ni un momento, frenó en seco y la invitó a subir. Ella aceptó de inmediato, y mientras se sentaba en el lugar del copiloto, el chofer se fijó en su vestimenta, ella llevaba un vestido blanco de algodón, arrugado y manchado de barro. Por su pelo enmarañado, parecía que llevaba un buen rato esperando.

Reanudó el viaje y empezaron una distendida conversación en la que la chica esquivó en varias ocasiones la historia de cómo había llegado hasta aquel lugar. Hasta que llegó el momento idóneo. Con una voz fría y cortante, le pidió que redujera la velocidad hasta casi detener el vehículo. “Es una curva muy cerrada”, le advirtió. El hombre siguió su consejo y, cuando vio lo peligroso que podría haber sido, le dio las gracias. Ella, con voz cortante y fría, le espetó: “No me lo agradezcas, es mi misión. En esa curva me maté hace más de 25 años. Era una noche como ésta.” Un escalofrío recorrió la espalda del hombre y erizó su piel. Cuando giró la vista hacia el copiloto, la joven ya no estaba. El asiento, sin embargo, estaba húmedo.




La leyenda de las gemelas.

Les preparó el almuerzo y salieron a la calle apresuradas. Como cada día, llevaba a sus hijas gemelas al colegio. Caminaban tarareando una canción y cogidas de la mano cuando el teléfono sonó desde su bolso. Era del trabajo. Respondió rápidamente y su interlocutor le pidió que acudiera de inmediato a la oficina. Había ocurrido algo grave, así que decidió que las niñas continuaran solas; conocían bien el camino. Las besó en la frente y emprendió la ruta de vuelta. Solo dio veinte pasos, a sus espaldas, el ruido de un fuerte golpe seguido de un frenazo hizo que volteara la cabeza con una expresión de horror en el rostro. Los cuerpos de las dos pequeñas yacían inertes bajo un camión. Todavía estaban cogidas de la mano.

La mujer se sumió en una profunda depresión de la que solo consiguió salir con un nuevo embarazo. Por ironía del destino, en su vientre estaban cobrando vida dos niñas gemelas. Cuando dio a luz, el asombroso parecido con sus hijas fallecidas sorprendió a más de un vecino. A medida que las pequeñas crecían, la madre se volvió más y más protectora. Le aterrorizaba la idea de que pudiera perderlas. Un día, de camino al colegio, las hermanas se adelantaron y corrían ante la atenta mirada de la mujer. En cuanto pusieron un pie en el asfalto, una férrea mano las detuvo con brusquedad. Entre sollozos desconsolados, su madre les rogó que no cruzaran nunca sin su permiso. “No pensábamos en hacerlo. Ya nos atropellaron una vez, mamá. No volverá a ocurrir”.

Desde entonces, algunos viajeros aseguran que al pasar por ese tramo unas interferencias se cuelan en la radio y se oye una misteriosa melodía: el tarareo de unas niñas.


jueves, 25 de julio de 2019

El visitante nocturno.

Leonor se mudaba de nuevo. A su madre le encantaba la restauración, así que su predilección por las casas antiguas empujaba a la familia a llevar una vida más bien nómada. Era la primera noche que dormían allí y, como siempre, su madre le había dejado una pequeña bombilla encendida para espantar todos sus miedos. Cada vez que se cambiaban de casa le costaba conciliar el sueño.

La primera noche apenas durmió. El crujir de las ventanas y del parqué la despertaba continuamente. Pasaron tres días más hasta que empezó a acostumbrarse a los ruidos y descansó del tirón. Una semana después, en una noche fría, un fuerte estruendo la sobresaltó. Había tormenta y la ventana se había abierto de par en par por el fuerte vendaval. Presionó el interruptor de la luz, pero no se encendió. El ruido volvió a sonar, esta vez, desde el otro extremo de la habitación. Se levantó corriendo y, con la palma de la mano extendida sobre la pared, empezó a caminar en busca de su madre. Estaba completamente a oscuras. A los dos pasos, su mano chocó contra algo. Lo palpó y se estremeció al momento: era un mechón de pelo. Atemorizada, un relámpago iluminó la estancia y vio a un niño de su misma estatura frente a ella. Arrancó a correr por el pasillo, gritando, hasta que se topó con su madre. “¿Tu también lo has visto?”, le preguntó.

Sin ni siquiera preparar el equipaje, salieron pitando de la casa. Volvieron al amanecer, tiritando y con las ropas mojadas. Se encontraron todo tal y como lo habían dejado... menos el espejo del habitación de la niña. Un mechón de pelo colgaba de una de las esquinas y la palabra “FUERA” estaba grabada en el vidrio.

La familia se mudó de manera definitiva para dejar atrás aquella pesadilla. Leonor había empezado a ir a un nuevo colegio y tenía nuevos amigos. Un día, la profesora de castellano les repartió unos periódicos antiguos para una actividad. La niña ahogó un grito cuando, en una de las portadas, vio al mismo niño una vez más, bajo un titular: “Aparece muerto un menor en extrañas circunstancias”.



miércoles, 24 de julio de 2019

El hombre de los sueños.

En enero de 2006, un psiquiatra de Nueva York recibió en su consulta a una de sus pacientes como un día cualquiera. En aquella sesión, la joven le explicó que había soñado en repetidas ocasiones con un hombre al que ni si quiera conocía. Tenia una calva incipiente, las cejas muy gruesas y los labios extremadamente finos, en especial el superior. Mientras oía la descripción, el facultativo dibujó el retrato del sujeto. No le dio mayor importancia y lo dejó sobre la mesa.

Las tornas cambiaron cuando, en sus siguientes consultas, dos pacientes más aseguraron haber visto al mismo hombre en sueños. El psiquiatra decidió hacer copias del dibujo y enviarlo a varios compañeros de profesión. Meses después, vieron que el número de personas que habían soñado con él no paraban de aumentar y optaron por crear una página web en la que se registraran todas sus apariciones. Los facultativos descubrieron que el misterioso hombre se había colado en los sueños de cerca de dos mil personas.

Sus “apariciones” son de lo más dispares. Uno de los pacientes aseguró haberlo visto vestido de Papá Noel. Otro dijo haberse enamorado en cuanto lo vio. Un tercero asegura que cuando sueña que vuela, el hombre lo hace junto a él, y nunca habla.

El fenómeno ha dado pie a múltiples teorías conspirativas. Una de ellas señala que el intruso es una persona real con la habilidad de irrumpir en los sueños. Otra, incluso afirma que se trata de un proyecto oculto de los gobiernos para controlar las vidas de los ciudadanos. La hipótesis más científica, sin embargo, indica que este rostro forma parte de la “conciencia común”.

Y a ti, ¿alguna vez se te ha presentado en sueños?


sábado, 13 de julio de 2019

Branquias.

Branquias, por Jesito Weaver. 


Fue a mediados de julio, en una noche de suave brisa, de esas que aligeran los calores acumulados durante el día. Los mayores agradecían la tregua saliendo a la calle, disfrutando del fresco que la canícula les había negado hasta entonces. Aprovechaban también para ponerse al día sobre los últimos acontecimientos, casi siempre sobre el desarrollo de los trabajos en el mar y otros asuntos de poca importancia.

El aullido se escuchó en todo el pueblo. Los vecinos de la zona más alejadas del puerto dijeron haberlo oído nítidamente.

Fueron pocos los que se atrevieron a acercarse a las inmediaciones del muelle y ninguno de ellos ha vuelto a ser el mismo. Los mejor parados continúan con sus insignificantes vidas como pueden: solos, sin apenas relación con los vecinos, como en un estado de letargo que cada vez parece más profundo. Suelen usar pañuelos para esconder sus branquias.

De los primeros en llegar al embarcadero donde se encontró el cuerpo no ha vuelto a saberse nada. Hay quien dice que saltaron al agua, atraídos por algo de lo que casi nadie quiere hablar. Otros, los más incautos, se aventuran a pronunciar un nombre.
“Fue Cthulhu,” dicen.


viernes, 12 de julio de 2019

El Monstruo.

El Monstruo, por Emil Sinclair. 


No te preocupes mi niño, mamá está contigo, nada va a pasarte.
No pongas esa cara mi vida, ya te he contado todos los cuentos que sabíamos, ahora hay que dormir cariño, así bien tapadito, no, tu osito Charlie está roto y sucio, acuérdate.
Sí, no me olvido del beso en la frente.
Sí, Esteban, he mirado debajo de la cama y en el armario, y no he encontrado ningún monstruo, ya te he dicho muchas veces que los monstruos no existen, sólo que a menudo se tienen pesadillas y crees que lo que has visto y hecho es real mi pequeñín.
Ahora duerme.
Sí, mamá vigilará.
Buenas noches, querido.
Pero no llores mi cielo.
Por favor, sabes que oírte llorar me hace daño.
Cálmate ángel mío, no te revuelvas tan fuerte, vas a acabar hiriéndote.
Sabes que esta noche tiene que ser así mi vida.
Si duermes tranquilo mañana aflojaré las cinchas de tus muñecas y soltaré tus piernas, pero sólo si eres bueno te dejaré comer carne.




jueves, 11 de julio de 2019

El disfraz perfecto.

El disfraz perfecto, por Psitacosis. 


– ¡Con diez cañones por banda…!

– ¡Ponte el disfraz de una vez, que vamos a llegar tarde!

– Ya casi estoy, mira. Sólo me falta el parche.

El niño se marchó a su cuarto. Se miró con atención en el espejo, se puso el parche, y comenzó a sentirse incómodo, de manera que terminó por quitárselo. Se miró el ojo derecho con detalle, primero lejos del espejo y luego tan cerca que no lo distinguía. Notó que le faltaba algo importante. Sonaron sus pasos apresurados por la tarima. Acercó la mano al bote del escritorio: unas tijeras, un punzón, una grapadora, lápices de puntas afiladas…

Su madre gritó:
– ¿Quieres darte prisa de una vez?

Eligió el punzón apresuradamente y lo clavó con tanta fuerza y decisión como le fue posible. Un grito ahogado.

Silencio.

La mujer subió y lo encontró sentado frente al espejo, con el punzón en la mano y el parche en el ojo. Había sangre por todo el escritorio.

– ¡Dios santo! ¿Pero qué has hecho?

– El loro no se quedaba quieto en mi hombro.


miércoles, 10 de julio de 2019

La extraña granja.

La extraña granja, autor desconocido. 


Desde que éramos pequeños siempre tuvimos miedo de la vieja granja junto a la que íbamos a jugar.

Pero el día que tuve que entrar allí a por el balón me di cuenta de que no tenía nada que temer.

Me lo dijeron las voces. No me harían nada si hacía lo que me pedían: solo tenía que matar a mis amigos…


martes, 9 de julio de 2019

El negativo de Pickman.

El negativo de Pickman, autor desconocido. 


En los mentideros de Boston siempre habían corrido rumores algo tétricos sobre la inspiración del desaparecido Richard Upton Pickman.

Cómo un murmullo impreciso, como chirridos y zumbidos de insectos en una noche de verano, las historias solían abundar en distintas variaciones de un mismo tema: el autor había utilizado modelos reales para algunos de sus grotescos cuadros.

Personalmente, había uno que me había obsesionado en especial: Gul alimentándose.

Por eso, el día que me hice con algunos objetos personales en una subasta, no podía contener las ansias y la emoción al llegar a casa.

En un manido sobre encontré su secreto.

No había ni rastro de las fotos de sus modelos, pero sí había quedado, oculto en un doble fondo, un inquietante negativo.

Desde entonces no he vuelto a dormir tranquilamente.


viernes, 5 de julio de 2019

Ansiedad.

Ansiedad, por Eloy Martínez Adame.


Sentía que le faltaba el aire. El ambiente olía a madera húmeda, a aceite gastado y óxido. Ese espacio tan reducido lo estaba asfixiando. Era verdaderamente una ironía que este fuera su primer viaje en tren. Nunca le gustó la idea de estar atrapado en un espacio tan pequeño y entre cuatro muros de madera. ¿Cuánto había pasado desde su salida? ¿Cuánto más podría aguantar esa sensación que le oprimía el cuerpo y el alma? Quería salir de ahí, estar con Elena, su amada esposa. Quería sentir sus brazos rodeando su cuello para darle un apasionado beso de bienvenida. Pero parecía faltar una eternidad para ello. Lo peor era la espera… No, lo peor era el ataúd dentro de ese vagón viejo y pestilente que lo acompañaba… Sí, lo peor era el ataúd.

Incluso el sonido lo sofocaba. Ese estridente rechinar de ruedas y vías de metal; el crujir de madera mohosa, vieja, quebradiza y apestosa. Era de noche, eso podría adivinarlo por la fría humedad que impregnaba el interior. Pensar en la oscuridad que se cernía sobre el lúgubre tren no mejoraba su visión del claustrofóbico viaje. A esa oscuridad no se podía escapar, por más rápido que fuera el tren sabía que el día tardaría en llegar más de lo normal. Así es cuando la ansiedad se mete entre cada célula de tu cuerpo. No puedes sacarla, no puedes escapar de ella, te sofoca, te pesa. Es como estar dentro de una caja, pensó, sin nadie a kilómetros de distancia.

El cómo llegó ahí y a dónde se dirigía le eran tan irrelevantes que no los recordaba. Esos lugares ya no eran reales para él. Sólo Elena y la ansiedad en sus manos, ese temblor incontrolable de sus dedos y el sudor helado que le pegaba la ropa al cuerpo; la sensación de tener un chaleco de metal frío sobre el pecho que le impedía respirar; sus pies dormidos y adoloridos. La espalda era un suplicio. Eso era real para él. ¡Y ese maldito ataúd! Como si viajar solo dentro de un vagón de tren no fuera horrible en sí: un maldito ataúd. Ni siquiera la madera de roble oscuro y tallado cuidadosamente podía darle a ese objeto una apariencia agradable. Olía a muerte y eso le congestionaba la nariz.

¿Cuándo se detendrá este jodido tren?, se preguntaba. Cuando la esperanza dejaba casi por completo su ser para dejar todo su interior a la desesperación, unos golpes sobre madera, ¿o habrá sido el viento? ¿provenían del interior del ataúd? ¿fuera del vagón en movimiento? Oh, Elena, por qué no estás aquí conmigo, se dijo. De pronto, un estruendo infernal, la maquinaria del tren se estaba deteniendo. Sintió la inercia del movimiento. La maldita caja de madera tembló y sus juntas de metal y madera produjeron una sinfonía que le revolvió las tripas. Por unos segundos que parecieron largos minutos, el sonido mezclado de uñas sobre el pizarrón y taladros hidráulicos llenaron el angosto espacio del interior para terminar en una lejana exhalación de vapores proveniente de la máquina principal. Luego, voces.

“Benjamín, apúrate. Hay que abrir el último vagón”. “¡Cabrón, qué olor!”. “No seas irrespetuoso, ayúdame a sacar el ataúd pronto”. “No me imagino un viaje aquí adentro, ni tú con todo tu aguante hubieras aguantado la mitad del viaje”. “Por eso nadie viaja aquí y se coloca en la parte de atrás del tren. Ayúdame a sacarlo que no tardan en pasar por él”. “¿Y quién va a venir por él?”. “Déjame ver la hoja de carga… Ehm… Una tal Elena Jiménez”. “Bien, al menos para este amigo de aquí adentro terminó el viaje”.

Oh, ahora lo recordaba como había terminado ahí, pero seguía siendo irrelevante. Se pensó un idiota por creer que lo vivido en el viaje podía ser real, un remanente del anhelo de vivir, supuso. Ya no importaba más, su Elena estaba por llegar. Al menos ya no estaba dentro de ese vagón, con el ataúd no tenía opción.


miércoles, 3 de julio de 2019

*Sin título*

*Sin título*,  por Vacodriani. 


— A la una me tuvieron, a las dos me bautizaron, a las tres me puse novia y a las cuatro me casaron…
— Calla, no cantes, por favor, déjame…
— A las cinco tuve un niño, a las seis lo bautizaron, a las siete…
— Por favor, dime qué tengo que hacer para que me dejes, para que me perdones. Me equivoqué, me equivoqué por siempre…
— A las siete algo me dieron, a las ocho…
— No cantes y háblame, hazme saber si con mi muerte te contentarás, dime si no has tenido suficiente con la marcha de Leonor, mi Leonor.
— A las ocho vino el cura y a las nueve…
— !Márchate¡, rencor y venganza, vuelve de donde saliste, déjame solo, sufriendo, no aguanto más.
— Y a las nueve, me enterraron.


Una exposición arriesgada.

Una exposición arriesgada, por Judas Krae. 


El museo anunció la próxima apertura de una exposición arriesgada. Traiga sus propios monstruos, rezaban las invitaciones que recibieron en sus buzones los habitantes de la ciudad.

Al principio venció el desconcierto, la reserva y el escepticismo. Pero a medida que el día del estreno se aproximaba, fueron llegando, con cuentagotas, los hijos de los pederastas, las mujeres maltratadas, los hermanos de los caníbales, las madres de los parricidas. Uno a uno, tocaron con sus nudillos fríos la puerta trasera del museo, susurrando con voz queda y trémula, para deshacerse de sus monstruos y sus martirios. Tal fue el éxito de la iniciativa, que al abrir sus puertas (el museo) a tan descabellada exposición, la ciudad entera suspiró y por fin pudo dormir tranquila.

Mas el alivio duró poco. Tras el primer día, los habitantes de la ciudad, tuvieron que lidiar con la más terrible de las pesadillas, que les acosaba todas las noches, cuando el silencio, por fin, dominaba las calles. Pues Morfeo había decidido acosarles con el sueño de un museo que cerraba sus puertas a una exposición arriesgada, viéndose en la tesitura de regresar a sus dueños todo el material cedido para la misma.


martes, 2 de julio de 2019

Desconcierto en 00:81.

Desconcierto en 00:81, por Simón Bleu. 


Daniel Martínez tiene cuarenta años y un bote de crema de cacao.
Por las mañanas la desayuna mientras observa a los gorriones cruzar el cielo.
Gorriones al revés.

A las 18:00 la oscuridad se enciende en las bombillas del apartamento.
Hace otoño, hay invierno.
Unas hormigas se cuelan por su pantalón (es lunes) y le hacen cosquillas en los tobillos.
Entonces, empieza.

Golpes a las paredes, a los relojes, estallan las copas.
Quieto, estate quieto.
Ahí, a cientos de años luz del lado del espejo, las cosas toman su propia forma a partir de las 18:00.
Hasta la mañana siguiente.

Hay peces que nadan en la alfombra.
Una risa. Oscuridad.
Daniel Martínez cierra los ojos a esas horas interminables que rozan sus párpados.
Algo le ha tocado el pie.
Un mordisco, un grito, un silencio.
Una sartén cae en la cocina.
Unos pasos.
Unos peces.
Angustia de no encontrar… ¿dónde está el interruptor?

Oye cómo alguien se sirve su vino, se abren grifos, resbalan uñas por la pared.
No ve nada.
Desconsolado, espera a la mañana siguiente.
Voces, platos rotos.
En el lado izquierdo del espejo, D. M. apaga las luces a las 18:00, y se va a trabajar.



lunes, 1 de julio de 2019

Miedo.

Miedo, por Hogdson. 


Pensé que, tras pasar interminables años recorriendo estos pasillos, sabía todo lo que hay que saber de mi oficio. Me equivoqué. Creí que no existía ni un solo rincón que no hubiera explorado una y mil veces; que no habría nada que escapase a mi control. Y por ello, me sentía amo y señor de todo lo que hubiese entre estas paredes. De hecho, la oscuridad era mía, la perpetua soledad… Incluso el aire viciado y la humedad de catacumbas eran mías también. El frío era frío no porque se filtrara por la grieta, sino aquello que dejaba la gélida estela de mis pasos. Y es que los fantasmas somos de condición huraña, y terriblemente celosos de nuestra causa y secreto encierro. Pero ahora, siento que estos sótanos de silencio ya no me pertenecen del todo. Un silencio sólo roto por el sempiterno repiqueteo del agua que se escurre… pero que ahora, cada cierto tiempo, me regresa el eco de otros pasos furtivos. ¿Quién es, de dónde, y cómo vino?, no puedo saberlo ni comprenderlo. Porque lo creo imposible. Y aunque no pueda ser, me hace sentir cosas que obviamente ya había olvidado. ¿Acaso esto es miedo?


jueves, 27 de junio de 2019

Ya ha llegado Matilda.

Ya ha llegado Matilda, por Willmouse. 


¡Ah, el timbre!
¡Ya ha llegado!
¡Es ella!

¡Matilda!
¡Qué guapa estás!
Yo diría que ese vestido rojo te sienta maravillosamente.
¿Te has hecho algo en el pelo?

Sí, estás guapísima, como siempre.
Me gusta ese perfume nuevo.
¿No traes maleta? Bueno, no importa.

Siéntate, siéntate… ¿Quieres un té?
Ah, claro, con leche.
Y dos terrones de azúcar, ya lo sé…

Es maravilloso tenerte de nuevo en casa, Matilda. No sé qué haría sin ti.
Esta semana que has estado fuera me he sentido perdido y triste, y apenas he comido nada.
Créeme: cuando te llamo “mi vida”, no exagero ni una pizca.

¿Quieres darte un baño? Ah, buena idea.
Ahora te llevo toallas limpias.
Hay sales perfumadas en la estantería, Matilda. ¿Las ves?

Aquí te dejo las toallas…
No te quedes dormida en la bañera, que te conozco.
Mientras, voy a preparar algo de cena… Oh, vaya, el teléfono.

¿Sí? Dígame. […] Oh, debe de haberse equivocado, señor.
Debe de tratarse de una lamentable confusión. Con toda seguridad no se trata de mi esposa, señor, porque en estos momentos está aquí en casa, dándose un baño… Es un error, señor. Buenas noches.

Matilda, acaban de llamar del tanatorio…
¡Qué confusión tan desagradable…!
Decían que estabas… ¿Puedo entrar, Matilda?

Matilda.
Matilda.
¿Estás ahí, Matilda…?


La crisálida.

La crisálida, por Andreas (modificado)


Una negligencia de Lara propició la muerte de su hijo. Ella se deshizo de todo aquello que pudiera recordárselo, y sin saber por qué, también del compañero de juegos de Mario, un gato pardo de ojos casi humanos, que nunca se separaba de él.

Así pasó el tiempo, Lara recobró la cotidianidad de su vida, apenas se fijaba en las idas y venidas del felino que, por otra parte, la observaba fijamente desde las sombras.

Lara tejía cada tarde, dicha labor la evadía de dolorosos recuerdos. El animal, siempre al acecho, siempre vigilante, observaba fascinado los gruesos ovillos de colores; luego, la miraba a ella con sus ojos casi humanos. Esa tarde hacía calor y Lara dejó la labor, se abandonó al sueño.

Cuando el marido entró en el domicilio, receló con el silencio reinante y, cuando se asomó a la  habitación, quedó paralizado de terror: una gigantesca crisálida de colores presidía la estancia…

El gato, desde un rincón, contempla la escena satisfecho, con sus ojos casi humanos…


miércoles, 26 de junio de 2019

Aniquilación.

Aniquilación, por Carlos Chacón Ramiro. 


¿Es posible horrorizarse ante la aparición de la madre muerta?

Aquella tarde, fusionada con el gentío en plena Gran Vía madrileña, ella avanzaba de espaldas, entre la gente. Estatura infantil, con un extraño camisón blanco.
De improviso, giró bruscamente y observé su rostro infecto, inyectado con una maldad sobrenatural. 
Me miraba fijamente, se reía. Caí al suelo de la impresión, como un fardo.

En la clínica me informaron de un súbito desvanecimiento atribuido a una bajada de tensión.
Han pasado tres meses. Yo siempre amé a mi madre. Era el paradigma de la bondad.
Es una tarde espléndida, calurosa y radiante de luz. En el jardín de mi casa campestre aparece bruscamente tras el tronco de un árbol. Su cara es odiosa, su mirada inexplicable, más allá del mal. No sonríe... Soy incapaz de expresar lo horrible de la imagen. Sus ojos me transmiten una sensación de perdición, desesperanza, aniquilamiento total.

Me informan que voy a morir y su perversidad estará eternamente, sí, eternamente destruyéndome sin final. Para siempre, sin escape… Logro relatar todo esto en la grabadora de mi iPod. Se me nubla la vista. No puedo narrar el horror que contemplo… 


Nota para escritores.

Nota para escritores. 

Como ya hemos escrito en otras entradas, los autores de este blog disfrutamos de las historias que se encuentran aquí, ya sean de nuestra autoría o no. Habrá muchas ocasiones en que nos gusten tanto algunas historias escritas por otras personas que no resistiremos las ganas de replicarlas aquí y en la página de Facebook, pero no siempre se encuentran con el nombre del autor, o en otros casos con el nombre del autor original. 

Aunque el propósito de este blog sea ayudar a una página que se dedicará a vender artículos con ayuda de estas historias, también es la misma difusión de las historias. Toma en cuenta que esto es un proyecto pequeño, formado por dos amigos (y que por ahora no sabemos si tenga algún futuro) que se limitará a vender artículos a las zonas cercanas a su comunidad, por ahora las ventas a nivel nacional o internacional se encuentran lejos de nuestro alcance, por lo que si eres un escritor de otro país (o mexicano) y tus historias están aquí pero no se te menciona como su autor, nuestro propósito no es fastidiarte o abusar de las distancias para tomar tus creaciones como nuestras. 

Por lo que, si es tu caso, y colocamos alguna historia con la que tengas alguna queja porque es tuya y no se te menciona como su autor, por favor, mándanos un mensaje o déjanos algún comentario para corregirlo, o en caso de ser muy necesario, eliminar la historia de nuestras publicaciones sin llevar a extremos cualquier petición que tengas. Si no te damos respuesta de inmediato no es por evadir nuestra propia promesa, sino porque tenemos otras actividades y no siempre ponemos suficiente atención al blog o la página, para que no tomes el asunto de la peor forma. 

Para aquellos casos contrarios, hay muchas personas que desean que sus historias sean difundidas porque disfrutan de ello sin importar mucho el medio. Si consideras que en nuestro blog puedes encontrar ese medio de difusión te invitamos a enviarnos un mensaje o a contactarnos, al igual que en el caso anterior, no desistas si no te contestamos a la primera. 

No todas las historias publicadas o replicadas son para vender cachivaches, muchas de ellas lo serán sólo porque nos fascinaron. Está en nuestros planes un canal de YouTube o un Podcast para favorecer esta difusión que anhelamos, sin embargo, es poco nuestro tiempo, nuestros recursos y seguimos aprendiendo, por lo que te pedimos nos tengas paciencia para llegar a ello. Si consideras que puedes apoyar este proyecto y tienes interés en ello háznoslo saber, cualquier ayuda viene bien. 

Nos leemos luego. 

¿Qué hay aquí?

Qué tal, maldito lector.

Si llegas hasta aquí es porque tu curiosidad es tan grande como la de un gato, esperemos que no te dé el mismo destino, no sin antes dejarnos un poquito de tus riquezas.

Ya se ha escrito un poco de lo que habrá en este blog en la página principal, o en esta entrada si eres fan de los blogs publicados en Dr. Pío & Oveja. Bien, aquí te lo resumo una vez más por si aún no te enteras o no te queda claro con tanto enlace, blog y página.

Este proyecto, que hemos nombrado "Vendaval y tormentos", tiene el propósito de venderte cachivaches y demás artículos que puedan interesarte y formen parte de las adquisiciones de los autores, para eso está la página de Facebook, mientras que te contamos historias y cuentos interesantes salidas de nuestra retorcida imaginación o que nos encontramos por ahí (colocando su referente autoría de ser posible, claro, de forma obligatoria porque nos gusta dar reconocimiento a quien lo merece) en la que estos productos tengan una participación importante en el mismo o del que narremos sus curiosidades si de plano nuestros cerebros se encuentran muy drenados... *se limpia la baba*.
Por lo que en este blog colocaremos una réplica de todas estas publicaciones de las otras páginas, como las redes sociales, por lo que podrás entrar las veces que quieras a este blog para leer tus historias favoritas y te tortures con sustos toda la noche. También te recomendamos mantenerte al tanto del blog, si eres de los cabrones que solo entra a leer y no le gusta donar y comprar, pues habrá publicaciones exclusivas del blog.

Ya poniéndonos serios, daremos una pequeña aclaración al final o al principio (de ser muy necesario) en cada entrada cuando la historia posea cierta veracidad para evitar confusiones o mal entendidos. También cuando lleguemos a la conclusión de que el contenido sea excesivo para tus chillones ojitos y tu débil mente.

De haber novedades, se ira actualizando este blog y se dará aviso en redes sociales. Mientras este proyecto reciba mucho cariño y odio en forma de billetes pondremos nuestro mayor empeño por hacer que la esencia de todo esto sean las historias y curiosidades, y no tanto los productos.
A fin de cuentas, si se quiere una camiseta nueva se puede saquear una tumba. Broma... ¿O no? :3

Nos leemos luego.

domingo, 2 de junio de 2019

Bienvenidos a Vendaval y tormentos.

Hola, y una vez más, bienvenido a nuestra página, Vendaval y tormentos.

Hagamos una apuesta: este sitio te gustará.

Queremos contarte que este blog es especial y muy poco convencional a los que estás acostumbrado a visitar. Forma parte de un proyecto en el que sus miembros comparten mucho de su personalidad e imaginación, en el que nos proponemos venderte productos mientras te contamos cosas interesantes o que te entretengan; nos gusta la cerveza, pero no es gratis, así que si te agrada algo no dudes en preguntar o puedes ser nuestro mecenas si te gusta el contenido. Y si no es de tu agrado algún producto, lo serán nuestras historias y opiniones plasmadas en las páginas de este blog, por lo que te aconsejamos estar al pendiente de todas nuestras publicaciones.

Dale una buena revisada, da click a cada pixel, visita cada rincón, que no se te escape ni una de nuestras entradas, síguenos en el blog y en nuestras redes sociales, compártela con tus amigos, tus conocidos, familiares y archirrivales, no te arrepentirás.

Esperamos que sea muchísimo de tu agrado este sitio, te mandamos un fraternal abrazo por llegar hasta aquí y cualquier duda, anotación o pedido que tengas nos las puedes hacer llegar dejándonos algún comentario en cualquier entrada o en alguna de nuestras redes sociales (cada día nuestra alma pertenece a una nueva), que puedes encontrar en los enlaces de este maldito blog.

Nos leemos pronto.

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